domingo, 22 de abril de 2018

El candelabro enterrado, de Stefan Zweig




El candelabro enterrado es una novela en la que Stefan Zweig nos lleva con su impecable prosa a uno de los terrenos que mejor conocía: la Historia.

Comienza así:
«Un espléndido día de junio del año 455, justo cuando, en la hora tercia, en el circo Máximo de Roma había terminado el sangriento combate de dos gigantescos hérulos contra una piara de jabalíes hircanos, una creciente agitación se apoderó gradualmente de los miles de espectadores».

La trama se sitúa en dos momentos históricos. Es primero es el saqueo de Roma por parte de los vándalos comandados por el rey Genserico en el citado año 455. No hubo defensa y «durante trece días no se oyó voz humana en las mil casas de la ciudad. Nadie hablaba en voz alta, nadie reía. El son de la lira había enmudecido en los hogares, y en las iglesias no se elevaba ningún cántico» (p.14). Durante ese tiempo los vándalos se dedicaron al saqueo metódico de todos los tesoros de Roma, incluido un candelabro, que para ellos no tenía demasiado valor, pero sí para la comunidad judía de Roma, pues se trataba de la menorá, el candelabro sagrado que Tito arrancara de Jerusalén tras su conquista en el año 70. Tras el pillaje, los vándalos regresaron a Cartago con su botín.
El segundo momento es la conquista de Cartago en el año 534 por parte de Justiniano, emperador de Bizancio empeñado reconquistar las antiguas tierras del ya extinto Imperio Romano. El general Belisario regresó a Constantinopla con un cuantioso tesoro entre el que se encontraba el preciado objeto sagrado del pueblo judío.

                                              Relieve del Arco de Tito en Roma

En este intervalo de 79 años Stefan Zweig sitúa el argumento de la novela, que no es otro que el intento por parte de la comunidad judía de Roma de recuperar la menorá. El protagonista es Benjamín, quien siendo niño fue el último en tocar el candelabro antes de que los vándalos se lo llevara África; y ya anciano será el encargado de intentar que Justiniano les devuelva el objeto sagrado.

El candelabro enterrado es una de las pocas novelas en las que Stefan Zweig denunció la secular persecución del pueblo judío.
«En tiempos de prosperidad, los pueblos, olvidados de ellos no les prestaban atención […] Pero, cada vez que reinaba la penuria los culpaban a ellos. Qué duro cuando los enemigos vencían, qué duro cuando una ciudad era saqueada, qué duro cuando la peste o las enfermedades azotaban los territorios. Todo el mal del mundo – eso lo sabían- se convertía irremisiblemente en mal para ellos, y también sabían desde hacía mucho tiempo, que era imposible rebelarse contra ese destino suyo, pues siempre y en todas partes eran pocos, siempre y en todas partes eran débiles y faltos de poder. Su única arma era, pues, la oración» (p.16). «Los judíos no podemos luchar; nuestra fuerza está en el sacrificio» (p.22).

La novela fue publicada en 1937. No es casual la fecha. Por entonces, con Hitler en el poder, ya habían entrado en vigor la ignominiosas Leyes de Nuremberg que despojaban a los alemanes de origen judío de todos sus derechos; por entonces ya se habían abierto los campos de concentración donde muchos de ellos irían a morir.
Stefan Zweig lanza un grito de denuncia desde el siglo V en El candelabro enterrado. Pero también abre una puerta a la esperanza. Recuperar la menorá significa recuperar la tierra prometida. El futuro está en manos del protagonista, del anciano Benjamín.   



 Stefan Zweig fue uno de los escritores más leídos y admirados en los años veinte y  treinta del siglo pasado. Su popularidad traspasaba fronteras al ritmo de sus continuos viajes. Zweig nació en Viena en 1881 en el seno de una familia burguesa de origen judío. Fue un pacifista. Los años veinte vieron la publicación de obras tan celebradas como Carta a una desconocida o Momentos estelares de la humanidad. Zweig como gran ilustrado, escribió ensayos, novelas, teatro e historia. Y también vio como sus libros, que se leían en las escuelas, eran prohibidos y quemados juntos a los de Thomas Mann o Bertolt Brecht en la Alemania nazi a partir de 1933. Y en su querida Viena a partir de 1938.

En su imprescindible El mundo de ayer. Memorias de un europeo, redactadas en el exilio brasileño entre 1939 y 1941 señala:
«Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del apocalipsis, la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración, he visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas, el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea. Me he visto obligado a ser testigo indefenso e impotente de la inconcebible caída de la humanidad en una barbarie como no se había visto en tiempos y que esgrimía su dogma deliberado y programático de la antihumanidad. Después de siglos, nos estaban reservadas de nuevo guerras sin declaración de guerra, campos de concentración, torturas, saqueos indiscriminados y bombardeos de ciudades indefensas; bestialidades que las últimas cincuenta generaciones no habían conocido y que ojalá no conozcan las futuras» (p. 13).

El final de Stefan Zweig no pudo ser más triste. En 1942, ante el inexorable avance de los ejércitos alemán y japonés, se quitó la vida junto a su esposa en Brasil. No quería vivir en un mundo gobernado por la barbarie. Tenía 60 años.
Hoy sus obras se siguen leyendo en todo el mundo, igual que hace noventa años, y Stefan Zweig es considerado uno de los grandes de la literatura. El candelabro enterrado es una buena muestra de su genio.


Traducción de Joan Fontcuberta

6 comentarios:

  1. ¡Qué bien! una historia de Stefan Zweig que no he leído y, como no, que me gustaría leer. Asocio a este autor con historias que le son contemporáneas, tiene que ser curioso leer una que sucede tantos siglos atrás. Me la apunto sin dudar. Un abrazo.

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    1. Es una novela histórica con intriga, muy entretenida. Pero además creo tiene un trasfondo que era contemporáneo al autor, que no es otro que la persecución nazi de los alemanes (y poco tiempo después del resto de europeos) de origen judío. Creo que hay que entender la novela con un ojo puesto en el contexto en el que se publicó.
      Es una novela corta (139 páginas), como muchas de las que escribió, de modo que se lee en una tarde. Seguro que la disfrutas.
      Un abrazo.

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  2. Me encanta Zweig. Este es uno de sus muchos libros que no he leído. Tiene tantos que cada día descubro alguno más, aunque este ya lo conocía de oídas.
    Veo que tienes como descubrimiento "El mundo de ayer". Para mí, la mejor obra del autor. La devoré casi sin poder parar de leer. Me atrapó como la mejor novela policíaca, lo cual para unas memorias autobiográficas es todo un logro, pero es que además de sus memorias, nos muestra las memorias de Europa durante la primera mitad (escasa) del siglo XX, y esas son nuestras propias memorias. Maravilloso.
    Un beso.

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    1. Hola Rosa.
      Me está pasando lo mismo que a ti con "El mundo de ayer". No puedo parar de leerlo. Con qué precisión es capaz de situarnos en una época, en su vida, en su mundo. Su escritura es limpia y clara, y al mismo tiempo tiene un ritmo que atrapa. Está como más suelto que en sus novelas, más fresco, y eso que este libro lo escribió en el exilio brasileño, en plena guerra y con tan sólo la ayuda de su prodigiosa memoria.
      He leído unas cien páginas y me parece que Zweig fue un tipo extraordinario.
      Ha sido un gran descubrimiento, de esos que le alegran a uno la vida porque sabe que tiene entre sus manos algo grande.
      Un abrazo.

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  3. Me pasa igual, este libro Zweig se me había escapado por completo y pinta muy bien. Aunque con este autor, casi me da igual el tema: me tiene ganado por completo.
    Ya que hablamos de historia, si no conoces "Momentos estelares de la humanidad" te lo recomiendo. Siempre me gusta pensar en esos instantes en los que una decisión o giro de los acontecimientos lo cambio todo para siempre.
    Un abrazo.

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    1. Zweig es muy grande. Y lo mejor es que escribió mucho . Tengo los "Momentos estelares de la humanidad", precisamente en la edición del Círculo. Y es un libro del que releo de vez en cuando algún capítulo. Es fantástico.
      Un abrazo.

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