martes, 18 de octubre de 2016

Erec y Enide, de Manuel Vázquez Montalbán


Hoy se cumplen trece años de la muerte de uno de mis escritores favoritos: Manuel Vázquez Montalbán. Murió en el aeropuerto de Bangkok de un infarto. Tenía 64 años.
Suyo es el libro que más veces he leído, regalado y vuelto a comprar. Se trata de “Los mares del Sur”, con el que ganó el Premio Planeta de 1979. Era la cuarta novela (tras “Yo maté a Kennedy”, “Tatuaje” y “La soledad del manager”) de la saga protagonizada por su alter ego,  Pepe Carvalho. El creador del célebre detective murió con los deberes hechos, dejando publicada la última entrega de la serie, una doble obra que recoge las aventuras del detective aficionado a la cocina y a quemar libros, y de su inseparable Biscuter, en un periplo que les lleva alrededor del mundo huyendo de la policía. Estos premonitorios dos volúmenes llevan por título “Milenium” y son lectura obligada para quienes han viajado con Pepe Carvalho desde Tailandia (“Los pájaros de Bangkok”)  o Argentina (“El quinteto de Buenos Aires”), hasta  Albacete (Era imposible no escuchar el canto propicio del centro de la tierra enviando a la superficie sus agua preferidas para formar un río que, nadie sabía cómo ni por qué, pero se llamaba Mundo, había adquirido la responsabilidad de llamarse Mundo, en un rincón de una sierra de Albacete”. La Rosa de Alejandría”) o su siempre presente y querida  Barcelona.
Escritor incansable (poeta, periodista, novelista, ensayista), mente prodigiosa, marxista heterodoxo y sentimental comprometido, Vázquez Montalbán publicó además otras inolvidables novelas como “Galíndez” o “Erec y Enide”.
En Erec y Enide, penúltima de sus novelas, Vázquez Montalbán abandonó la trama policíaca para acercarnos a la vida de personajes pertenecientes a generaciones y clases sociales diferentes, unidos por un lazo familiar. Unos, desde la vejez , Julio y su esposa Matrona, miran al pasado con tristeza y melancolía, con la impotencia que produce ver pasar el tiempo arrasando con proyectos ya imposibles de realizar. A pesar de todo se encierran en el conformismo que les da tener una cómoda vida burguesa. Otros, desde su juventud, Pedro, sobrino de Matrona, y su compañera Miriam, se debaten entre tener llevar una vida convencional en un mundo de ricos o una vida solidaria en un mundo de pobres.
Vázquez Montalbán toma el título de la primera obra del ciclo artúrico escrita por Chrétien de Troyes a finales del siglo XII. En ésta, el matrimonio entre Erec y Enide no es el final, sino el motor de acción. El protagonista de la novela de Vázquez Montalbán, Julio Matasanz, profesor especialista en Literatura Medieval realiza un discurso sobre Erec y Enide con motivo de la entrega de un premio:
“El más joven caballero de la Mesa Redonda se enamora de y se casa con Enide para iniciar entonces una retirada vida amorosa muy criticada por los otros caballeros, infradotados para comprender que Erec prefiera el amor a la guerra. Y es entonces cuando, sabedor de las críticas, Erec dispone de una aventura sin límites: Enide marchará ante él, sola, expuesta a los peligros del mundo, y cuando se presenten las amenazas, Erec saldrá a defenderla, a recuperarla en cada lance”.
Este es el trasfondo de toda la novela. Julio y Matrona se quedaron en una retirada vida amorosa que se fue diluyendo con el paso del tiempo. Pedro y Miriam se exponen a los peligros del mundo en Chiapas fortaleciendo su amor.
La erudición del autor queda patente tanto en las constantes citas que van apareciendo a lo largo de la novela (Frank Fano, G. Duby, Dostoievsky ...) como en la honrada descripción de los diferentes ambientes en que se desenvuelven los  protagonistas.  Por un lado, el elitismo del mundo universitario de Julio y el de Matrona. Por otro, el mundo de la injusticia concretado en Chiapas, lugar en el que se desarrollan las experiencias de Pedro y Miriam. Hay que destacar la brillantez con la que Vázquez Montalbán, refleja la cruda realidad del estado mexicano de Chiapas tras el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en enero de 1994. Caciques asesinos, paramilitares sin escrúpulos, traficantes de órganos, violadores, narcotraficantes. Un mundo en el que la vida humana vale muy poco.
Vázquez Montalbán entrevistó en 1999 en la Selva Lacandona al Subcomandante Marcos, cuya biblia era El Quijote y se declaraba ferviente seguidor de Pepe Carvalho en una carta que le envió al escritor. Éste, cuando fue a Chiapas, le regaló cuatro kilos de chorizos de Guijuelo, unos turrones y un ejemplar de “Y Dios entró en La Habana”. Y de esa visita se trajo la idea de esta novela de contrastes que hace reflexionar al lector sobre temas como el matrimonio, el paso del tiempo, los proyectos frustrados o la injusticia cotidiana que se produce en muchos lugares del planeta y la solidaridad de quienes eligen abandonar su zona de confort para ayudar a los que lo necesitan ayuda.


Dejo el enlace de un estupendo documental sonoro que emitió Documentos RNE sobre Manuel Vázquez Montalbán:

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